Prólogo
Cuando la guerra de las bestias provoque el fin del mundo
La diosa descenderá del cielo.
Con sus alas de luz y oscuridad extendidas nos guiará,
hacia la dicha,
y su don será eterno.
Canto I
Buscaron los tres hombres el don de la diosa,
Mas sus destinos la guerra separó.
Uno fue héroe, otro vagó por la tierra...
El último, prisionero cayó.
Pero a los tres unía su solemne juramento:
Buscar la respuesta juntos, una vez más.
Mi alma,, corrompida por la venganza,
grandes tormentos ha soportado,
para hallar el final del viaje en mi propia salvación,
y tu eterno sueño...
Infinito en misterio es el don de la diosa.
Buscámoslo y tras él hacia el cielo nos alzamos.
Como ondas surgidas en el manto del agua,
el alma errante sosiego nunca alcanza.
Amigo mio, tu deseo es aquello que otorga la vida.
El don de la diosa. La leyenda hablará de sacrificio
cuando el fin del mundo llegue.
El viento navega sobre el manto del agua.
Sin prisas pero con firmeza.
Canto II
Aunque el reo escape, con grandes heridas carga.
Mas su vida auxiliada resulta por una mujer de patria rival.
Comienza así la vida en retiro de ambos,
que pareciera albergar promesas de eterna dicha.
Pero tanto la felicidad creciera, como la culpa sugiere.
Pesada carga, el pesar de promesas incumplidas.
Sueños del mañana alberga la mancillada alma,
perdido el orgullo, las alas quebrantadas...,
próximo el fin.
Canto III
La guerra trae impasible la destrucción al mundo
El prisionero parte con su nuevo amor,
ambos embarcados en un nuevo periplo.
Le guía la esperanza de que el don le dará la dicha.
También el juramento contraído con sus hermanos.
Ninguna promesa compartieron los enamorados,
pues en sus corazones sabían que se reencontrarían.
No dudes... Volveré a ti.
Igual da que no prometas esperarme. Volveré sabiendo que allí estarás.
Canto IV
Amigo mio, cuan despiadados son los destinos.
No hay sueños, tampoco queda honor.
La flecha ya salió del arco de la diosa.
No hay rencor, tan solo dicha. Pues en ti recae el amor de la diosa.
Héroe de la aurora. Sanador de los mundos.
Amigo mio, ¿Acaso alzas ahora el vuelo,
rumbo a un mundo que nos aborrece a ambos?
Tan solo un amargo mañana te aguarda,
sin siquiera importarte que aires pudiesen soplar.
Canto V (Canto final)
Si bien el mañana yermo de promesas se halle,
nada habrá capaz de impedir mi venida.
Para ser el rocío que sacie la tierra.
Para que las arenas, los mares y los cielos se salven.
Te ofrezco este sacrificio silente.
"Embrace your dreams,
you need to have dreams.
Do not forget it"