Imposible se escribe con H, con esa consonante que no se escucha, pero se siente. Esa consonante odiada por todos aquellos que cometen faltas de ortografía. Esa incomprendida ramera que huye cuando la buscas y que se cuela cuando no quieres verla.
Imposible se escribe con H por definición propia, porque nos han inculcado desde pequeños que no hay nada que no podamos lograr. Que, si pones todo tu empeño, el universo saldrá de su propia entropía para confabularse en tu bien, porque tú, a diferencia de los otros siete mil millones, eres especial.
Y esto no es así, y solamente nos cercioramos de nuestro error cuando ya es tarde, y el dolor, la ira y la impotencia se montan un menage-a-trois en un bolo de saliva atascado en la faringe.
No somos ni Clark Gable, ni tampoco Elisabeth Taylor. Somos seres corrientes de vidas que creemos únicas, que madrugamos cada uno de los insulsos días de nuestras miserables vidas esperando una explosión que rompa con los muros que nos acorralan, pero que nunca llega.
Cada uno luchamos contra un imposible que, a veces, nos hemos incluso autoimpuesto por miedo, por codicia o por pura impertinencia, pero que condiciona cada uno de nuestros actos, y merma nuestras cualidades físicas y psicológicas. Y, aunque sabemos que estamos mal, y que está en nuestra mano el cambiar la situación, rara vez actuamos. Es más cómodo que los problemas se los lleve el viento y el tiempo cure las heridas, ¿no?
Somos autómatas sin oficio ni beneficio que les gusta pensar que un "aquello" etéreo solventará sus problemas, sus "himposibles".
P.S: No digo que no haya que disfrutar la vida, es sólo que... no sé, el folleto informativo que me dieron en el útero materno no mencionaba todo lo que hay aquí afuera.
Imposible se escribe con H por definición propia, porque nos han inculcado desde pequeños que no hay nada que no podamos lograr. Que, si pones todo tu empeño, el universo saldrá de su propia entropía para confabularse en tu bien, porque tú, a diferencia de los otros siete mil millones, eres especial.
Y esto no es así, y solamente nos cercioramos de nuestro error cuando ya es tarde, y el dolor, la ira y la impotencia se montan un menage-a-trois en un bolo de saliva atascado en la faringe.
No somos ni Clark Gable, ni tampoco Elisabeth Taylor. Somos seres corrientes de vidas que creemos únicas, que madrugamos cada uno de los insulsos días de nuestras miserables vidas esperando una explosión que rompa con los muros que nos acorralan, pero que nunca llega.
Cada uno luchamos contra un imposible que, a veces, nos hemos incluso autoimpuesto por miedo, por codicia o por pura impertinencia, pero que condiciona cada uno de nuestros actos, y merma nuestras cualidades físicas y psicológicas. Y, aunque sabemos que estamos mal, y que está en nuestra mano el cambiar la situación, rara vez actuamos. Es más cómodo que los problemas se los lleve el viento y el tiempo cure las heridas, ¿no?
Somos autómatas sin oficio ni beneficio que les gusta pensar que un "aquello" etéreo solventará sus problemas, sus "himposibles".
P.S: No digo que no haya que disfrutar la vida, es sólo que... no sé, el folleto informativo que me dieron en el útero materno no mencionaba todo lo que hay aquí afuera.