ÉL
Una voz cálida le susurró al oído:
- No me dejes nunca.
Una caricia en su cuello hizo que se le erizase la piel y un olor a rosas y jazmín le inundaba las fosas nasales.
Unos labios buscaron en la más profunda oscuridad los suyos. Y, por un instante, todo se paró, todo fue perfecto.
Se sintió invencible, perfecto. Sintió que podía volver a ver...
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ELLA
El roce de los brazos de su amante le hizo recordar que no estaba sola, que no debía estar asustada.
Su tacto y su olor le hacían sentir segura, cosa que hacía tiempo que no sentía.
- Eres mi vida.
Esas eran las palabras que necesitaba escuchar, ya no volvería a temer a la oscuridad. Ya no más.
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Se conocieron en la oscuridad. Se apoyaron el uno en el otro. Y, ahora, han alcanzado la luz. JUNTOS
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