martes, 20 de marzo de 2012

Redemption; Chapter one, "Running away"


                           


1º - RUNNING AWAY

Sudor, mareo, náuseas, confusión.

Lluvia.

Cantos de pájaro. Rugidos de pumas. Sonidos de la selva.

Ilhuicamina dejó de ser fuerte. Ese niño que había luchado contra el destino fue vencido por este, y se sumió en la oscuridad. Le atraía el poder que esta emanaba; poder que rezumaba a borbotones y que Ilhuicamina ansiaba, quería, necesitaba...
Se hallaba ante el árbol de las Ánimas, pequeño, de madera negra, con largas hojas moradas. El árbol cuyo fruto irradiaba maldad, irradiaba poder.
Ilhuicamina se acercó titubeante a coger uno de esos frutos morados, alargados y arrugados. Los animales no se acercaban a comer a ese lugar. Los monos no jugaban entre sus ramas. No había nidos en sus oquedades. Era un sitio oscuro que representaba todo lo malo que hay en nosotros mismos.
Titubeó, no decidía qué hacer. Perder todo atisbo de luz, aún a sabiendas que el poder que iba a conseguir, ese que tanto anhelaba, le acabaría consumiendo. Pero era un cobarde, y tomó la solución más fácil, morder el fruto con fuerza. Su zumo, amargo, le quemaba las entrañas, poco a poco fue sintiendo cada vez más frío; el sudor le recorría la espalda, congelado como un témpano de hielo. Empezó a sentir convulsiones, la fiebre le iba subiendo. Perdía la visión. Sentía que todo le daba vueltas. Por primera vez escuchó al silencio en la selva. Cayó al suelo de un golpe, inconsciente. El charco de sudor que había producido fue absorbido por la tierra, y llegó a su legítimo dueño, el árbol maldito, el árbol de las Ánimas.

Pasó tiempo, mucho. Fue algo intangible, quizás fueron minutos, quizás años. 

Hasta que volvió la lluvia. La lluvia que se lo había llevado todo despertó la poca conciencia que quedaba en él. Poco a poco se fue levantando. Débil, pero decidido. Tambaleante, pero seguro. Ciego y lleno de odio, gritó con todas sus fuerzas. Su voz, retumbó en toda la selva y despertó a cuantos seres habían en él.
Una bestia había despertado esa noche. Su mirada, llena de odio, solo tenía un objetivo, hacer que todos sufriesen igual que él. Podría no ser justo, pero la vida no había sido justa con él. El odio había vencido al amor y había hecho un festín con sus entrañas.

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