El mar está en calma. La luna se refleja distorsionada entre las olas.
Sentado en la arena medito. "¿Es esto real, o es un sueño?". El silencio impera en esta fría noche; sólo el suave susurro del incesante oleaje rompe la templanza, la quietud, la soledad...
Me tumbo en la arena. "With me" de "Sum41" suena una y otra vez en mis auriculares. Quiero evadirme. Pensar que debe haber alguien ahí fuera, esperándome, aunque ninguno seamos conscientes de ello. Huir de la soledad, esa gélida amante que me sujeta con sus huesudos brazos.
Una lágrima recorre mi mejilla, y otra, y otra...
Maldigo esta existencia endeble, putrefacta, que impide ser felices a las personas que buscan la luz al final del túnel.
El cansancio hace mella en mí, y entre blasfemias, gruñidos y puñetazos de rabia sobre la arena, me quedo dormido. La mar sigue con su monótona cantinela.
...
Todo está negro. El frío es ya insoportable. Me siento intangible.
El suelo, la arena que hasta hace unos momentos se me pegaba a la piel, ha desaparecido, junto a mi ropa. Me encuentro desnudo, flotando en una oscuridad infinita. Tengo miedo. Mucho miedo. Estoy solo. Quizás lo he estado siempre y no me he dado cuenta...
Miles de pensamientos pesimistas rondan por mi cabeza. El tiempo se vuelve efímero. Segundos que son horas. Horas que son años. Años que son segundos. Y así sucesivamente...
Siempre busqué ser único, es normal que esté solo...
Quizás no merezco realmente la pena...
Bueno para nada, como diría Vegeta. Que me insulte incluso un dibujo animado, qué triste...
Un insulso, un distraído, un borde. Apático. Neurótico. Asocial. Con tendencia paranoide. Con insomnio. Lo tienes todo, macho.
Pensamientos que habrían desmotivado a la persona más feliz del mundo... Mi mente era puro caos. Un agujero negro.
...
De repente me encuentro otra vez en esa playa. Todo ha sido un sueño de una noche de verano.
Las tiriteras son inevitables. Sigo estando sólo...
Entonces la veo. Está allí, en la orilla, con los pies desnudos sumergidos hasta los tobillos, mirando al mar.
Me acerco a ella. Esa silueta femenina me inspira confianza. Necesito contacto humano, ya he olvidado lo que es eso. Un mínimo roce, una caricia, un susurro. Algo que me demuestre que sigo vivo y, lo que es más importante, que merece la pena seguir viviendo.
Con paso dubitativo me acerco. Tengo miedo, temor, los recuerdos de todo lo que ha pasado hasta ahora no ayudan; pero al mismo tiempo presiento que hay algo en esa sombra... Confianza, humanidad, empatía... no lo sé, pero necesito acercarme.
A varios metros de ella me detengo, el miedo puede conmigo, estoy totalmente paralizado. De repente, la figura se gira. La Luna ilumina su rostro. Ojos ambarinos y pelo castaño revuelto. Su boca, entreabierta, deja escapar una mueca de preocupación, y se acerca a mí...
Ambos avanzamos... Cruzamos miradas... Abrimos los brazos... Y nos fundimos en un infinito abrazo.
"Ya no volverás a estar sólo nunca más" - me dice, mientras me sonríe.
El mar sigue con su incesante susurro, y una absurda canción de Muse suena en mis auriculares, que ahora yacen en la arena, lejos de mí.